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Marta García llegaba a la cita con 14:46.37, líder europea del año. Comenzó la prueba atenta, siempre en puestos de finalista, sin perder la cuerda ni meterse en problemas; derrochando oficio. El ritmo lo dictaba la noruega Grovdal (3:01.78 el primer kilómetro), con la portuguesa Mariana Machado y la local Nadia Battocletti (que hacía rugir a la grada en cada mínimo gesto) soldadas a su espalda. No varió la película al paso por el segundo mil (5:58.86). Seguían viajando ligeramente por encima de los veinte kilómetros por hora. Marta quinta, tras las mencionadas y la neerlandesa Kloster. Sensación de facilidad, avance poderoso, concentración imperturbable. Matrícula de honor en la asignatura de táctica.
El 3000 se pasó en 8:55.91 y la cara de Marta no reflejaba más que ambición en la cuarta plaza, una vez que Machado se bajó del tren de cabeza. 11:51.79 fue el paso por el cuarto kilómetro. Solo cinco al frente, Marta tercera, con el aliento de la finesa Nathalie Blomqvist en la nuca. Descendió a la quinta plaza, la medalla parecía perdida a falta de 250 metros, cuando Grovdal y Battocletti ya lanzaban el largo sprint en el que la italiana (14:35.29, récord de los campeonatos) remató a la nórdica (14:38.62) con un último cambio demoledor. Y Marta entrando en la recta, quinta todavía, con una eternidad de 100 metros por delante en la que devoró primero a Blomqvist y, después, ya en los cuadros, todo fe, todo ansias de gloria, a Maureen Koster. Y al mirar el crono, ya sabiéndose bronce, una nueva alegría: 14:44.04, marca que acaba con el legendario récord de España de Julia Vaquero (14:44.95) vigente desde el 5 de julio de 1996.