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Para festejar su trigésima edición, el evento que cada final de otoño reta a los mejores crossistas del Viejo Continente puso rumbo este. Turquía albergaba por vez primera un Campeonato de Europa de Campo a Través (18º país que lo acoge) y escogía como sede una joven conocida del atletismo, la ciudad de Antalya, situada en su parte meridional, besando las aguas del Mediterráneo, el mar que posibilitó el desarrollo de nuestra civilización, testigo milenario de encuentros comerciales, culturales y, ya en tiempos más recientes, también deportivos. Sin irnos muy lejos, el pasado mayo se disputó aquí el Campeonato del Mundo de Marcha por Equipos.
En las campas aledañas al Parque Dokuma (Dokumapark), habitual área de esparcimiento local en días ociosos, se diseñó un circuito tramposo, con más de un embuste, que muchos, dada su ausencia de desnivel, se apresuraron a calificar de “tipo Atapuerca” y a otros, como al plusmarquista nacional de los 10.000 metros, Thierry Ndikumwenayo, les generaba suspicacia: “No es tan rápido como parece”. Cierto que las dos rampas encargadas de quebrar la monotonía de la planicie no eran agresivas en términos de longitud y pendiente, pero a ellas había que sumar la hierba alta (plantada para la ocasión), los tramos artificiales rellenados con arena de playa y barro, los tres obstáculos artificiales (troncos y tableros con ramas a modo de escobas)… pero ya conocen el viejo dicho; todo suma. Parecía que el trazado estaba diseñado para hacerse más exigente en caso de lluvia. Esta no llegó, y el terreno presentaba un aspecto compacto, ideal para agarrar el clavo y traccionar en busca de ritmos altos. La vuelta inicial, 1800 metros, las restantes, 1510. En número, según la lógica y el reglamento, variaba en función de la categoría.
La clausura perfecta: ¡Oro por equipos y ‘El Tigre’ bronce!
Corría Jakob Ingebrigtsen. Dicho esto, dicho todo. Él y su estela de incontables medallas de oro en la parrilla de salida (entre ellas dos olímpicas en 1500 y 5000, seis individuales en lo que nos ocupa: cuatro sub 20 y dos absolutas). Dejó hacer en los primeros compases de los 7832 metros, aunque siempre vigilante en la numerosa retaguardia donde viajaban los nuestros, los seis en 8 segundos. Tiraba del grupo el triatleta británico Hugo Milner. Pasaban los minutos, los kilómetros, y en el inicio de la cuarta vuelta situábamos a cuatro entre los 14 primeros puestos. Cerraba Adel Mechaal, corriendo en su segunda casa (reside en Turquía gran parte del año), donde dictaba una nueva lección de estrategia al tiempo que Jakob, antes de cumplidos los 16 minutos de carrera, comenzaba a imponer su ritmo machacón, infatigable, que tanta devastación ha causado en los grandes escenarios del atletismo mundial.
Thierry ‘El Tigre’ Ndikumwenayo, nuestro líder hoy, respondía al ataque, igual que el italiano Crippa. El noruego no tardaba en distanciarse y, sabiéndose vencedor, disfrutó en la recta de su tercer título absoluto y la ratificación de que no ha habido en la historia un fondista europeo tan alucinante como él (y sí, sabemos de las andanzas de Paavo Nurmi y Emil Zatopek). Crippa se agenció la plata y Thierry, sabiendo guardar la ropa en un sprint en el que fue seriamente acosado, el bronce, mismo metal que en los 10.000 metros de Roma, cuando el Europeo se dirimió sobre tartán.
La gesta de ‘Titi’ (no rascábamos chapa en la prueba absoluta desde que Mechaal la lograra en 2017) fue el pilar sobre el que cimentamos el oro por equipos, al que contribuyeron con actuaciones de matrícula el siempre fiable Nassim Hassaous (7º); el plusmarquista nacional de 10 km Abdessamad Oukhelfen (8º); el eterno Adel Mechaal (10º); el descarado Aarón Las Heras (14º) y el indomable Fernando Carro (38º). Era la última carrera del programa y no pudo haber colofón mejor; las medallas 87 y 88 (la 62 y 63 masculinas), el 8º oro por equipos en categoría absoluta masculina y el 24º de todos los conquistados en nuestro largo idilio con el Campeonato de Europa de Campo a Través.
María Forero: por mí y por todas mis compañeras
La onubense María Forero, pese a su juventud, ya era la española con mayor número de medallas en el Eurocross. Subcampeona por equipos sub 20 en 2021, oro individual y colectivo hace dos años, y bronce por equipos, ya como sub 23, la temporada pasada. Hoy esa estadística ha engordado (ya tiene cinco) gracias a la plata (la 86ª de nuestra selección en la historia del Europeo de Cross, 21ª femenina) que la discípula de Joseé Enrique Villacorta ha puesto a su nombre tras un combate a fuego lento de 6322 metros; y podía haberlo hecho todavía más, pues nuestras mujeres sub 23, en una actuación fabulosa, se quedaron a las puertas del podio en el Team Standings: cuartas, a solo dos puntos de Alemania, en una lista liderada por Gran Bretaña en la que las anfitrionas, Turquía, alcanzaron la plata.
María, sexta hace un año, partía entre las favoritas, lo que no supuso problema alguno en términos de manejo de la presión. Corte tras corte, jamás abandonó el paquete de elegidas y, cuando se clarificó el terceto que disputaría los metales, ahí estaba el uniforme de España Atletismo, viajando rápido sobre sus hombros, siguiendo la estela de la que proponía el ritmo, la finesa Ilona Mononen, con la británica Phoebe Anderson detrás, sin ceder un metro. El oro llegó incluso a vislumbrarse cuando María sobrepasó a la nórdica, al tiempo que Anderson parecía descolgarse… pero lo que se antojaba debilidad resultó ser estrategia. Una bocanada de aire para desatar un zarpazo largo y sostenido al que María respondió con eficacia hasta los últimos metros.
Viendo correr a María uno piensa que la medalla, entiéndase, es lo de menos. Su manera de fajarse, la ausencia de miedo, la calidad de cada zancada, la ambición que le circunvala el rostro… señales inequívocas de que estamos ante una fondista de gran calado a la que aguardan podios de mucha envergadura, la líder de una generación que invita a ilusionarse en hierba, tartán y asfalto. Sus compañeras, decíamos, la escoltaron con sobrada eficiencia: Claudia Corral (15ª), Marta Serrano (25ª), Ángela Viciosa (cuarta hace un año, hoy 30ª), Jihad Essoubai (38ª) y Àmbar Tomás (39ª).
Un relevo de altísimo nivel
El burgalés Jesús Gómez, doble medallista europeo indoor de 1500, fue el encargado de lanzar el relevo mixto, uno de los caladeros de medallas habituales para nuestra delegación (cuatro preseas, entre ellas el oro de 2018). Una buena posta saldada con una quinta plaza a tres segundos de la cabeza de carrera (Francia). Recogió el testigo (la pulsera, para ser precisos) la plusmarquista española del ‘milqui’, Marta Pérez, única mujer junto a Marta García que a lo largo de su trayectoria ha tomado parte en todas las pruebas del Eurocross: sub 20, sub 23, absoluta y relevo mixto.
La soriana, doctorada en la gestión de esfuerzos, recortó posiciones hasta situarse tercera. Así encaró la recta final, que comenzaba con un tronco tumbado que obligaba a los atletas a elevarse sobre él antes de acometer el sprint (justo cuando las piernas están más castigadas y los pulmones no tienen ganas de demasiada juerga). Allí se acabaron nuestras esperanzas, pues uno de los pies de Marta quedó enganchado. Caída fea, fuerte, que dejó un golpe en la pierna y provocó sangrado en la nariz, pero no mermó su talento competitivo, vista la celeridad felina con la que la millera -estrechando la dentadura, evidente gesto de rabia- se despegó del suelo para tratar de accionar la puesta en marcha de Esther Guerrero con la menor desventaja posible. Quinta comenzó a correr la gerundense, con 14 segundos perdidos respecto a la cabeza que no pudo recortar la única mediofondista española que ha sido capaz de correr los 800 metros en menos de dos minutos y los 1500 por debajo de cuatro. La cuarta clasificada en el ‘milqui’ del Europeo de Roma cedió el turno al cuarto en el último Mundial en el ‘ocho’, Adrián Ben. Tal era el nivel de nuestra formación. Pero por más que lo intentó el gallego, por más que ajustó sus actuales prestaciones de pistard a sus antiguas de crossman (fue Campeón de España sub 23 y ya las revisitó el pasado curso siendo plata en esta disciplina), no pudo revertir la mala fortuna y finalmente cruzó la meta tras los combinados de Italia (culminaron con un inmenso Pietro Arese, diploma olímpico en el 1500 de París), Francia, Gran Bretaña y Países Bajos.
Carolina invitada a la fiesta de Batocletti
La carrera absoluta femenina (7832 metros) se antojaba la gran fiesta de Nadia Batocletti, la subcampeona olímpica y campeona de Europa de 10.000 metros. Quiso su cuota de protagonismo en la primera mitad de la prueba Manon Trapp. La francesa cogió unos metros (8 segundos) que mantuvo el tiempo que la favorita estimó oportuno, exactamente hasta dos vueltas para el final (se daban cinco). No muy lejos transitaba la campeona de España, Carolina Robles, culminando un 2024 de ensueño en el que también se hizo con el título de los 3000 obstáculos y los 10.000 metros. En el top 10, viendo a las mejores desde una butaca de las caras. Yasemin Can, cuatro títulos en su haber (2016-2019), se lucía en casa, y por allí andaba también la alemana Konstanze Klosterhalfen (plata hace dos cursos). Y la rumana Meringor, la belga Van Lent… mucha tralla, para entendernos.
A los 22 minutos de carrera, ya en la última vuelta, se dualizaron ‘Koko’ y Batocletti. Las dos mejores, en un alarde de lógica, solas. Carolina caía hasta la 14ª plaza, lo que seguía siendo una actuación fantástica. Como lo era la de Cristina Ruiz, Carla Gallardo e Idaira Prieto, todas en el top 30. Dos minutos después Nadia aceleró para encontrarse con su destino (primera mujer que obtiene el oro en todas las categorías) y desde ese momento hasta meta (vencería con 25:43) sólo hubo thriller por el orden de los dos cajones que dejaba libre en el podio, que finalmente se resolvió en favor de Konstanze Klosterhalfen, con Can bronce. Las españolas confirmaron su trabajada y brillante actuación: Carolina Robles (16ª), Carla Gallardo (22ª), Idaira Prieto (24ª), Cristina Ruiz (31ª), Alicia Berzosa (41ª) y Carla Arce (44ª). Fuimos octavas en una clasificación por equipos liderada por Italia, Gran Bretaña y Bélgica.
Grandes quintos de los chicos sub 20 y sub 23
El año pasado fue segundo, gran resultado… a no ser que tengas 3:29.54 en 1500 y hayas sido sexto en la final olímpica. En ese caso, cuando te llamas Niels Laros y compites con los de tu edad (en 2023 campeón continental de 1500 y 5000), solo te vale el oro. El de Países Bajos fue a buscarlo con entrega desmedida en el último tercio de la vuelta final (se cubría una distancia total de 4812 metros), tanta que por un suspiro (fue un espejismo realmente) pareció ceder en el sprint ante el apabullante británico George Couttie. El tercer puesto, con otro acelerón todavía más igualado, se lo llevó el noruego Andreas Fjeld Halvorsen en detrimento de su compatriota Magnus Oyen. Entre los nuestros destacaron las habilidades crossísticas del campeón nacional de 5000, Unai Naranjo. El discípulo de Antonio Serrano (el entrenador que más atletas aportaba al equipo) arribó 17º, por delante de Óscar Gaitán (21º), Álex Pintado (23º, buena posición para alguien que fue bronce en el ‘milqui’ del último Mundial y reconoce que todavía tiene que acabar de coger el punto al campo a través), Andrés Lara (38º), Gonçalo José Sousa (43º), Marcos Crespo (51º). Fuimos el quinto mejor equipo, por detrás de Noruega, Países Bajos, Francia y Gran Bretraña.
Mismo metraje que las mujeres afrontaron los hombres de las categoría sub 23, donde Miguel Ángel Martínez Chazarra se colgó los galones de comandante. Hasta el último giro se mantuvo al frente, en plazas de top 10, siguiendo la estela de un grupo del que tiraba, cómo no, un británico (vaya mañana exitosa para los de las islas), Will Barnicoat, defensor del título. Cuando el british, acuciado por su compañero David Stone (finalmente bronce) y el vecino irlandés Nicholas Griggs (plata), aceleró en busca del oro, el valenciano fue cediendo posiciones y se le hizo algo largo el envite, concluido en la vigésima posición. La valentía, acaben como acaben las cosas, siempre debe ser aplaudida. Tras él llegaron Pablo Alba (25º), Jaime Migallón (28º), Brahim El Ourzadi (36º), Eric Loré (46º tras irse al suelo en uno de los obstáculos de la primera vuelta) y Pol Oriach (47º). Traducido: una quinta posición que, visto el nivelazo, hay que dar por más que buena. Delante nuestro llegaron Gran Bretaña, Francia, Dinamarca e Irlanda.
Mimbres de futuro
Las primeras en testar el recorrido fueran las chicas sub 20, que asistieron a una nueva exhibición de la defensora del título, la británica Innes Fitzgerald (4ª en los 3000 metros el último Mundial). El desafío era de 4812 m, pero no quiso esperar demasiado; a los cinco minutos ya había puesto la carrera en fila india. Se vio escoltada en el podio por su compañera Jees Bailey y la danesa Sofia Thogersen. Las nuestras se situaron más allá de la veintena, siendo la líder del equipo (26ª) la versátil Nadia Soto (este verano conquistó el bronce en los 2000 metros obstáculos del Europeo sub 18 y el pasado fue 6ª en el Mundial de trail running), seguida de las más joven (16 años) de los 40 atletas de España Atletismo, Laia Cariñanos (39ª). Luego arribaron Anna Rovirosa (46ª), Candela Blázquez (47ª), June Sudupe (49ª) y Enma Méndez (82ª). El esfuerzo colectivo aportó un décimo puesto en una clasificación por equipos que lideró Gran Bretaña (cuatro mujeres entre las 11 primeras) y en la que Francia e Italia fueron plata y bronce.